POR ALEJANDRO SANTANA.
fuente: ecosdelsur2010.blogspot.com
No se, pero esa escena que contemple, hace tantos aƱos, acuda a mi memoria, con regularidad y cada vez me impacta igual, es posible que para la Ć©poca la escena fuera normal, pero igual me impactĆ³.
Fue una tarde, cerca de la casa donde vivĆa con mis padres, de repente mire por la palizada que nos dividĆa y vi. Sentados frente a frente al papĆ” que le hablaba al hijo que era un joven de unos 19 Ć³ veinte aƱos y el escuchaba con una atenciĆ³n que me pareciĆ³ muy
Algunos aƱos despuĆ©s, supe de que se trataba la conversaciĆ³n; el hijo cursaba la Universidad, ya tenia tres semestres de ingenierĆa agronomita y en una de las visitas de fin de semana esta ciudad habĆa embarazado a una joven que a la sazĆ³n ejercĆa de prostituta, estaba enamorado y querĆa dejar los estudios y el padre le aconsejaba, diciĆ©ndole lo importante que seria para el graduarse y asegurar asĆ su futuro.
El padre era un comerciante con cierta posiciĆ³n econĆ³mica, y le decĆa que aunque el podĆa dejarle una buena herencia cuando muriera seguĆa siendo mas importante su formaciĆ³n acadĆ©mica.
Le explicaba que si se hacia profesional los beneficios serian para toda la vida, mientras que el dinero que le bajara, seria cuestiĆ³n de un tiempo porque los despilfarrarĆa en fiesta junto a su amante de turno.
Todo eso lo supe porque su madre le contĆ³ a la mĆa lo conversado entre el padre y el hijo, eso se pudo haber borrado de mi memoria, pero no ha sido asĆ, se ha convertido en uno de los fantasmas del pasado que periĆ³dicamente me atormentan.
Reflexionando sobre la escena, me he dicho: serĆ” que mi padre nunca se sentĆ³ a conversar con migo, Ć² es que yo, lo he hecho muy pocas veces con mis hijos: y mis pensamientos vuelan, y me pregunto, serĆ” por eso que hoy muchos jĆ³venes andan desorientados, haciendo diabluras y llenando de vergĆ¼enza a su familia.
Lo digo porque el joven de la escena, que hablaba con el padre., se graduĆ³ y de su desliz amoroso le naciĆ³ un hijo que ya es un hombre al que veo a diario, pero nunca le he comentado la historia de su concepciĆ³n y no lo harĆ©.
Es posible que usted al igual que yo crea que contar esto resulta disparatado, pero creo tambiƩn que si cada padre empleara aunque sean diez minutos cada mes para conversar con los hijos, hoy seriamos una mejor sociedad.
Reflexiono y recuerdo que tambiĆ©n JesĆŗs, el hijo de Dios dedicaba muchas horas para conversar con sus discĆpulos a los que instruĆa en las cosas divinas y cuando lo digo llega ante mi la escena del padre y el hijo hablando; y recuerdo al padre con su carĆ”cter fuerte, pero amoroso, hablĆ”ndole firme para que no se apartara del buen camino.
Luego de varios aƱos, el padre murrio, y se llevo la satisfacciĆ³n de haber visto a su primogĆ©nito terminar su carrera, aunque le dio un nieto que, el no deseo que fuera de ese modo.
Hablando y reflexionando sobre el tema, me doy cuenta de la gran importancia que tiene conversar, no solo con los hijos, si no tambiƩn con la esposa, con los amigos, hablar, francamente, amorosamente, sanamente; sin lugar a dudas que eso tonifica el alma y nos acerca mƔs a Dios. Hablemos, hablemos, sana y amorosamente con los nuestros.
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