Por: Jose Gomez Nin.
Fuente: Raices y Memorias.
El 24 de abril de 1965, en edad aùn pueril, se juntaba mi inocencia con la de otros niños que, atónitos y llenos de pánico, nos agolpábamos alrededor de los radios de la época para escuchar las noticias de la guerra. Para nosotros parecía el fin del mundo, cargado con el apego del miedo con que fuimos criados por madres y abuelas evangélicas que nos atormentaban, para amedrentarnos, con el decir de ``cuando suenen las trompetas``. Vivìamos en mi natal Barahona y, a propòsito de lo anterior, y en plena guerra civil, corrì despavorido al escuchar las trompetas, las cuales resultaron ser la bocina en cornetas de uno de los carros viajeros de la ``Lìnea Estrella Blanca``.
Las caritas inocentes nos acercábamos al televisor en blanco y negro, escasìcimo para entonces, de pantalla opaca y ``lluviosa ``, y reconocìamos sorprendidos figuras de nuestro pueblo azul llevando palabras de alivio y llamando a la concordia, como fue el caso del pintoresco Negro Suero y el notable Dr. Noel Subervì Espinosa. Estaba Freddy Beras Goico en el umbral de su fructífera vida, habiendo recorrido ya, con apenas veinticinco años, un gran trillo. Histriònico, pero valiente, como lo fue hasta su muerte, se creciò en un encendido discurso de rechazo a la intervenciòn militar de los EE.UU., luciendo, al estilo de la montonera mexicana, una correa de tiros bien terciada de gran caporal.
La guardia amarilla, como la verde olivo de la Aviaciòn Militar Dominicana, comandada por el entonces mayor Eladio Marmolejos, hacìa sus improntas en nuestras calles, armados de fusiles y bayonetas; con tijeras en manos para trozarles el pelo a los ``tìgueres moña`` y a los ``pelitos lacios`` que comenzaban ya a emular a los Beatlles, arrancando las boinas que simbolizaban los rasgos comunitoides en plena guerra fría.
Para no hacer largo este escrito y que el mismo sirva de orientaciòn a los màs jóvenes, la revuelta del 24 de abril de 1965 fue iniciada por grupos rebeldes de la Base Naval 27 de Febrero y el campamento militar 16 de Agosto del kilòmetro 25 de la autopista Duarte, en oposiciòn a un sector militar poderoso en San Isidro, comandado por el general Elìas Wessin y Wessin, lìder del golpe de Estado contra el profesor Juan Bosch Gaviño, que trajo consigo la instalaciòn de un gobierno compuesto de tres miembros o ``Triunvirato``, que contribuyò, junto a la embajada de los EE.UU., y en procura de evitar el triunfo de una nueva revoluciòn al estilo Cuba; a la inestabilidad y corrupciòn del Estado.
Hombres como los coroneles Francisco Alberto Caamaño Deñò y Rafael Tomàs Fernàndez Dominguez, despertaron a favor de nuestro pueblo un inusitado y coyuntural liderazgo, pese a que ambos son hijos de sendos generales convencionales del sostenimiento de la entonces recièn pasada dictadura trujillista. Arrastraron con ellos a notables oficiales, entre ellos, Hèctor Lachapelle Dìaz, Hernando Hernàndez Ramìrez, Roberto A. Cabrera Luna, Senciòn Silverio, Peña Taveras, etc.. ¿El objetivo?. Reponer en el poder al profesor Bosch con la vuelta a la constitucionalidad, por lo que se denominaron constitucionalistas.
Las familias en mi pueblo lloraban sus muertos; otras se vanagloriaban de haber aportado a la patria cuando las noticias llegaban ominosas, un tanto inconclusas, sea por la radio o la televisiòn, y por los medios que la gente denominò ``Radio Bemba``. Mi familia materna tocò parte de esa angustia, cuando se escucha del alzamiento armado del teniente Silverio Nin Sosa a la causa constitucionalista; de la falsa noticia del decapitamiento del entonces coronel Nelico Nin Melo.
El teniente Lucas Nin, antiguo colaborador de Trujillo y ex administrador de ingenios azucareros, al mando de un contingene militar desde Santiago, logra atravesar la resistencia del puente Duarte y libera una patrulla mixta acorralada en el destacamento del ensanche del mismo nombre, bajo la comandancia del entonces Alferes de Fragata, Manuel E. Nin Matos; Teodulo Nin (Quico), Manuel Darìo Nin, del E.N., Daniel Salvador Nin, policìa adscrito a los ``Cascos Blancos``, no daban señales de vida, mientras mi abuela Lola Batista, sentada en su mecedora en la galería de su casa montada en pilotillos, allà en Jaquimeyes, con valor espartano y ``batistiano``, mientras daba las puntadas finales al bordado, al visitante curioso le respondía: ``Bueno, ellos son militares y estàn en el cumplimiento de su deber, y yo estoy confiada en Dios que les verè llegar y cruzar ese puente de madera, sanos y salvos...``.
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lunes, 20 de mayo de 2013
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CÀPSULAS DE MI MEMORIA
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