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jueves, 21 de abril de 2011

Las Cachúas de Cabral: Su Evolución Histórico-Social (2 de 2)

Manuel Heredia, de 22 años, quien falleciera en un accidente de tránsito el 22 de junio de 1951. En su honor se hizo el primer Repique en el Cementerio de Cabral el domingo 13 de abril de 1952.

Fuente:chukunaky.blogspot.com
Por Werner Darío Féliz

. En una entrega anterior analizamos la evolución de los disfraces y las caretas de Las Cachúas. En esta explicaremos la evolución de las fechas de celebración y otros elementos particulares.
. Aunque en menor proporción, también las fechas y horas de celebración han evolucionado. Hasta 1956 Las Cachúas seguían la costumbre católica de no celebrar actividades sino hasta las diez de la mañana del sábado, de allí que siempre salían a esta hora, después que las campanas de la iglesia anunciaban la resurrección de Jesús, extendiendo la celebración hasta el domingo a la media noche. Pero en este año, tras la disposición papal de celebrar la resurrección a las doce de la media noche del domingo, Las Cachúas no pudieron salir sino a esta última hora.

. Pero en ese mismo año ocurrió una situación interesante. Como se celebraba la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre en ese año, hubo una coincidencia con el desfile del carnaval y como el segundo desviaría la atención, se decidió posponerlo. Pero surgió la problemática que dichos desfiles no podían realizarse durante la cuaresma, optando Trujillo por realizar el carnaval, llamado el Corso Florido, el lunes siguiente al término de la Semana Santa, declarando este día de fiesta y no laborable, correspondiendo al 2 de abril.

. Ni tontas ni perezosas, como Las Cachúas habían sido privadas ese mismo año de un día de sus celebraciones, aprovecharon el asueto del lunes para extender su celebración, pasando desde entonces a disfrazarse también el lunes. Entre el 1956 y el 1961 Las Cachúas solo se disfrazaban los domingos y los lunes, pero tras los cambios introducidos y liberados de la influencia de la iglesia y el temor dictatorial, los cabralenses impusieron su cultura y se volvieron a disfrazar los sábados, tal y como lo venían haciendo desde hacía tiempo, pero ya no a las diez de la mañana, sino a las doce de la noche del sábado. Como Las Cachúas dominaban el escenario del pueblo, la propia iglesia la adoptó como tal y cedió sus campanas el sábado no ya para anunciar la resurrección, sino el momento del inicio de las festividades de Las Cachúas: las campanas llamaban al pueblo a disfrazarse.

. Por entonces, la apropiación social del término de la Semana Santa que hicieron Las Cachúas, provocaron otros cambios radicales en la celebración, al apropiarse del Judas o júa, para su “quema exclusiva”. Ese Judas era, hasta la muerte de Trujillo, el Judas bíblico. Como en todo el país, el Judas, representado por un muñeco, era ahorcado, vituperado y apedreado por el pueblo, bajado de su patíbulo el sábado, paseado por el pueblo sobre un caballo y luego quemado por el pueblo: estas festividades eran encabezadas por la iglesia y las autoridades. Este judas, según la costumbre, era colocado en una zona cercana al basurero del pueblo, en el Hoyo de los Perros o Los Carrandales, colgado de un árbol.

. Pero esa costumbre dio un giro en los últimos años de la década de 1950, principalmente a partir de 1956, cuando se comenzó a quemar a las doce de la noche. Como era obvio, el pueblo de desinteresó y fue así como fue apropiado por Las Cachúas. Después de 1961 ese Judas traidor pasó a ser el judas calié, representativo del delator en el régimen y entonces Las Cachúas le llamó jua y le cantaba: “júa, júa, júa eeeeeeeee” gritando en coro “lo mataron por calié”.

. Esa vieja costumbre de amarrarlo en un árbol en los carandales continuó por varios años, aunque se perdió ya en los finales de la década de 1960. Entonces el muñeco representativo del júa era confeccionado el lunes, antes del desfile final y sacado, paseado por el pueblo, sea sobre algún burro o los hombros de alguien y luego quemado en el cementerio, siendo golpeado, vituperado en todo el trayecto.

. Ese júa calié, antiguo Judas bíblico ¡ya no se sabe lo que es! Pues es un Cachúa. Desde la década de 1990 se adoptó la modalidad de utilizar el muñeco representativo de Las Cachúas colocado en el pedestal más alto del parque Los Trinitarios, bajarlo de allí con todo y disfraz y careta, pasearlo por el pueblo, golpearlo, vocearle mil vituperios y luego quemarlo, cono todos los implementos de Las Cachúas.

. Ese júa calié-cachúa se quema en el cementerio, en una ceremonia de transición entre la vida y la muerte, según la ha definido Dagoberto Tejeda Ortiz. Allí, Las Cachúas se apropian de las tumbas, subiéndose en ellas y realizan repetidos repiqueteos del fuete, homenajeando así a todos los cachúas, que son todos los cabralenses, que han fallecido. Se trata de una hermosísima celebración única en el país, como únicas son Las Cachúas.

. Pero no siempre Las Cachúas han ido al cementerio. Hace solo 59 años que ellas iniciaron los homenajes. Todo ocurrió sin proponer que dicho homenaje fuera parte fundamental de las celebraciones. En 1951, un grupo de jóvenes del pueblo, encabezados por Alfredo Féliz, dominaban el escenario de las más temidas Cachúas, encontrándose dentro de ese grupo Manuel Heredia Cuevas (Moro), Yigue y otros. A los pocos meses de pasar las celebraciones, el joven Manuel Heredia, entonces de 22 años, ayudante del camión de Ernesto Urbáez, murió al accidentarse ese vehículo en la carretera Barahona-Azua el 22 de junio de este año. Entonces al año siguiente, 1952, semi embriagados los jóvenes, el domingo 13 de abril se apersonaron en el cementerio, se subieron a la tumba de Moro y le hicieron un repique de fuete en su honor. Aquella tarde se marcó el inicio de los homenajes en el cementerio, el cual se trasladó a los lunes después de 1956.

. Una integración fundamental que ha percibido las celebraciones es la de los niños y las mujeres. Los niños, hasta la década de 1960, no era muy común que se disfrazaran, pues su miedo les impedía salir de las casas y más bien se escondían debajo de las camas. Las mujeres por su parte, tampoco se disfrazaban y solo comenzaron a hacerlo en la década de 1970, cuando la necesidad de la rifa las obligaba a salir a las calles. Se considera que Belén y Anacelia fueron de las primeras mujeres que andaban de cachúa por las calles del pueblo.

. Las Cachúas eran terroríficas, pues inclementes golpeaban con sus foetes a todo aquel que anduviese en las calles sin disfraz, principalmente a las mujeres. Como forma de mantener su dominio, se enfrentaban con los no disfrazados, los civiles, en un pleito campal por el espacio. Pocas veces los civiles han ganado un pleito.

. Las Cachúas, desde hace décadas, se han exportado fuera de Cabral y es una festividad que se celebraba en la mayoría de los pueblos sureños, tanto en la costa como en el valle y su presencia es demandada en todos los pueblos del país, como una de las expresiones culturales tradicionales más genuinas de la nación. Constituyen así, un patrimonio cultural del pueblo de Cabral y de la República Dominicana.

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