Fuente: diariodigitalbarahona.blogspot.com.
SANTO DOMINGO.-La naturaleza regaló al Sur de la República Dominicana la cantidad y variedad de atractivos turísticos necesarios para convertirse en una región próspera, pero la falta de atención y planificación en el manejo de esos recursos no permiten que sus pueblos salgan de la pobreza.
El encanto que produce contemplar la belleza de la playa San Rafael, en Barahona, se desvanece al ver las casuchas construidas con pedazos de hojalata y madera que cobijan la miseria de muchos campesinos de La Ciénaga o Juancho. Algo similar ocurre al salir de las frías entrañas de la Sierra Bahoruco para llegar a la desolada comunidad Las Mercedes.
El panorama desolador se completa con las quejas por la falta de empleo, de educación y de servicios que expresan los moradores de las provincias Pedernales, Independencia, Bahoruco y Barahona, cuatro demarcaciones que -por su riqueza natural- fueron declaradas como "IV Polo Turístico" del país, mediante el decreto número 322-91, del 21 de agosto de 1991.
Este polo, amparado en la Ley 158, de Incentivo Turístico, que otorga facilidades para acelerar su proceso de desarrollo, concentra, junto a otras provincias del Sur, los mayores niveles de pobreza nacional.
El Atlas de Pobreza de República Dominicana 2005, preparado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), señala a Bahoruco como la segunda provincia con mayor porcentaje de hogares en extrema pobreza (un 31.6%), después de Elías Piña (con un 47.6%).
Pedernales ocupa el cuarto lugar, con un 26.8%, precedida de San Juan, que tiene un 29.2%; mientras que Barahona e Independencia tienen en extrema pobreza el 21.6% y el 23.9% de sus hogares, respectivamente.
Cuando se refiere a hogares en pobreza, los porcentajes se incrementan a escalas que van desde el 60.5% en Pedernales hasta 75.6 en Bahoruco.
Balbinio Medina, de 72 años de edad y residente en el Distrito Municipal de Bahoruco, en Barahona, pasa parte de sus días en la orilla de la playa, recogiendo piedras blancas usadas en la decoración.
Tras un par de horas de búsqueda y con su lánguida figura encorvada, logra llenar varios sacos de las pequeñas rocas que, con suerte, podrá vender entre RD$40 a RD$50 y llevar algo de dinero a su casa. Pero la suerte no le visita siempre. "A veces se dura hasta un mes sin vender nada. Uno vive, porque el hijo de Dios siempre se defiende", comenta.
Su compañero de oficio, Rubén Gómez Féliz, de 69 años de edad, se lamenta de que no recibe un salario, ni tiene conucos, por lo que tampoco pueden ir al colmado "a coger fíao".
Además de la tímida actividad pesquera que hay en la zona, su único sustento lo constituye la venta de las emblanquecidas piedras que le regala el mar.
"Nosotros estamos en una cooperativa, pero nos las dejan aquí (las piedras) y se van a comprarla a Ojeda (otra playa cercana), donde ni permiso tienen", se queja el anciano, mientras muestra una pequeña montaña de las rocas que durante tres meses logró acumular a un lado de su humilde vivienda, en espera de un comprador que no llega.
¿Qué detiene el desarrollo?
La realidad de pobreza en una zona que contabiliza más de 30 sitios distintos con vocación turística, fundamenta el clamor generalizado de que llegue su desarrollo, y lleva a la insistente interrogante de por qué no se consigue. Las respuestas son varias y apuntan a falta de infraestructura, de promoción, de planificación, de propuestas serias de inversión y al conflicto por la propiedad de la tierra, a decir de distintos sectores.
Ramón Sócrates Mancebo, presidente del Clúster Turístico de Pedernales, considera que en su provincia han faltado inversionistas, pues entre sus moradores existe un bajo poder adquisitivo y dificultad para obtener un crédito. Cuestiona, sobre todo, la falta de voluntad política para brindar los servicios que requiere la población, y el conflicto por la tenencia de tierra, pues, entiende que nadie se aventura a invertir en terrenos cuya propiedad no está definida.
Elena Nunziatini, presidenta del Clúster Turístico de Barahona, considera que en el caso de esa provincia, están en un paso de arranque y que en los últimos tres años han logrado captar inversiones para la construcción de pequeños hoteles y restaurantes, aunque no maneja los montos.
Según dice, los planes de desarrollo se enfocan en segmentos del mercado que les permiten ser competitivos, como el turismo de salud, que se sustenta en el uso de los afluentes de aguas termales y azufradas de la zona, además de aprovechar las playas.
Sin embargo, Nunziatini reconoce limitaciones en infraestructura hotelera. "Tenemos en la costa de Barahona, menos de 10 hoteles que son los más apropiados para recibir visitación. Cuando están llenos, pueden estar en la zona unas 200 personas. En la ciudad hay otros hoteles un poco más grandes, pero todavía la infraestructura es muy deficiente", comenta.
Según el Ministerio de Turismo, en toda la Región Enriquillo hay apenas unas 600 habitaciones.
PLAN INTEGRAL
La ecologista Ivonne Arias, presidenta del Grupo Jaragua, organización que trabaja por la conservación del Parque Nacional Jaragua, en Pedernales, analiza la situación del Sur desde una perspectiva más amplia e integral. "El Sur es extraordinario y tiene un potencial tremendo para el desarrollo del turismo sostenible, lo que hay que ver es qué cosas se han desarrollado y qué no, porque ese no desarrollo es en agua potable, en agricultura, en turismo, en educación. Entonces hay que analizar la inversión y la planificación que se ha hecho para lograr un desarrollo sustentable", comenta.
La falta de promoción limita aún más la visitación
La visitación también es limitada, aunque no existen cifras exactas de cuántos turistas se pasean por el Sur. Johan Guyot, gerente operacional de Ecotour Barahona, uno de los dos turoperadores de la provincia, calcula que apenas un 2% de los más de 4 millones de turistas que visitan el país al año, hacen una actividad distinta al todo incluido.
En el caso particular, su empresa realiza unas 2 mil excursiones al año en la zona, y aclara que cada cliente hace más de una excursión.
"Los volúmenes no son muy importantes, pero hemos podido sobrevivir durante siete años", comenta. El paquete de su viaje, que ronda los mil euros o dólares, según el caso, incluye visitar los destinos más conocidos en el Sur.
Pero Guyot también se queja de la falta de hoteles, de vuelos regulares y de lo poco que se promociona al Sur como destino eco turístico a nivel internacional. Asegura que muchos clientes le han expresado su desilusión al buscar en el país un tipo de atractivo distinto al sol y playa y no encontrar suficiente información.
Consultado sobre este aspecto, el vice ministro de Turismo para la Región Sur, José Santana, no logró responder con exactitud cuánto se presupuesta para promoción de esta Región del país. Reconoce incluso que en los spots publicitarios que se hacen en el ámbito internacional no se incluye una promoción exclusiva del Sur como destino.
Barahona cuenta con el aeropuerto María Montes, inaugurado por el ex presidente Joaquín Balaguer en 1996, con la finalidad de impulsar el desarrollo turístico y en Pedernales hay un aeródromo. Por lo regular ambas terminales lucen vacías, sin más tránsito que el de los propios empleados.
Pese a que el de Barahona cumple con todos los requisitos de un aeropuerto internacional, y recientemente se le instaló el servicio de combustible, a esta terminal llegan apenas algunos vuelos privados de los empresarios de la zona, y esporádicos fam trips.
Pero, como comenta Elena Nunziatini, se requiere una visitación mínima de entre 1,000 a 1,200 personas al mes para mantener abierta una actividad de aeropuerto internacional, según las exigencias que le ha comunicado la empresa Aeropuertos Dominicanos Siglo XXI (Aerodom), concesionaria de la administración de los aeropuertos del país.
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