El águila empujó gentilmente sus pichones hacia la orilla del nido.
Su corazón se aceleró con emociones conflictivas, al mismo tiempo en que sintió la resistencia de los hijos a sus insistentes empujones.
¿Por qué la emoción de volar tiene que comenzar con el miedo de caer?, pensó ella.
El nido estaba colocado bien en el alto de un pico rocoso.
Abajo, solamente el abismo y el aire para sustentar las alas de los hijos.
¿Y si justamente ahora esto no funcionase ?, pensó ella.
A pesar del miedo, el águila sabía que aquel era el momento.
Su misión estaba presta a ser completada; restaba todavía una tarea final: el empujón.
El águila se llenó de coraje.
Mientras sus hijos no descubriesen sus alas no habría propósito para sus vidas.
Mientras ellos no aprendieran a volar no comprenderían el privilegio que era nacer águila.
El empujón era el mejor regalo que ella podía ofrecerles.
Era su supremo acto de amor.
Entonces, uno a uno, ella los precipitó hacia el abismo.
¡¡Y ellos volaron!!.
A veces, en nuestras vidas, las circunstancias hacen el papel del águila.
Son ellas las que nos empujan hacia el abismo.
Y quien sabe… tal vez sean ellas, las propias circunstancias, las que nos hacen descubrir que tenemos alas para volar…
(Autor desconocido)
fuente:UnMensajeParaTi.com.ar
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martes, 21 de abril de 2009
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la vida te puede presentar las cosas bien o mal,pero tu siempre tienes el poder para cambiar tus circunstancias y alcanzar el nivel de vida que deseas,el fracaso es lo que consiguen aquellos q se rinden.CHAOOO
ResponderEliminarsimpre he dicho que cada persona es el resultado de lo que quiere ser, la vida te presenta muchos restos, y por cada reto tienes dos opciones, quejarte o alcanzar buenos resultados.
ResponderEliminarla excusas no tienen ningun tipo de valor