Por: Jose Gomez Nin
Fuente: Raices y Memorias
Allà, en el pico de Rucilla,
emprende su ruta el Yaque,
y entre canto y acicate
va serpenteando la tierra,
siendo testigo de guerras,
de amores y de dislates.
Mojando El Coco y Barranca
sigue su camino agreste,
cruza El Higuito y Canoa
porque nadie le detiene
en su entuerto serpentino
cuando llega a Jaquimeyes.
Se bifurca en cordillera
llevando su alegre canto,
està preso del encanto
de la mujer de esos lares
y se estanca en sus manglares
y no quisiera salir,
y es que la mujer de allì
tiene una gracia especial,
es hermosa,
es sensual,
y besa dulce tambièn...
con picardìa natural.
Lugar que ahonda raìces
del avieso forastero,
allì deja su sombrero
y sus aperos de guerra,
pues se siente olor a hembra
entre la copra, el maìz,
tiene la mujer de aquì
un caminar serpentino,
de un Yaque que cuando vino,
no se pudo resistir,
inundando aquel redìl
y bendiciendo la tierra.
Son mis raìces que claman,
por ese amor inconcluso,
quiero seguir dando uso
al misterio de los genes,
que se repita otra vez
la simiente de mi vida
y que esa tierra bendiga
mis intenciones que mueven,
de volver a Jaquimeyes
tras una mujer perenne...
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