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sábado, 31 de marzo de 2012

EN DEFENSA DEL PADRE MANUEL HIDALGO Y EL TRABAJO SOCIAL DE LA DIOCESIS DE BARAHONA. IV

Que si trabajaron 10 “Uñadas” se les reportaba 6 ó 7, y que las restantes se perdían entre la burocracia y la indefensión del reclamante. Que esta mafia por parte de algunos capataces maliciosos no solo operó en detrimento de los braceros, sino también del propio CAC, porque se denunció muchas veces que de manera irresponsable y antojadiza se les asignaba “Uñadas” a personas o trabajadores (necesariamente no de nacionalidad haitiana) con confabulación de estos capataces y que en la quincena sacaban sus “dividendos”.

Que sin ser la voluntad de Don Virgilio ni Andrés Mota, pero que habían menores en el corte de la caña, en franca violación a las normativas laborales. Que no tenían medios de recreación y entretención al regresar de sus jornadas laborales.


Recuerdo, con toda sinceridad y de frente al sol, que nos acercamos a Andrés Mota (que ha sido siempre un eficiente interlocutor e intercesor) para plantearle esta situación y éste no vaciló en hacerles llegar varios juegos de Dominó, pero además se sumó junto al suscrito a visitar los braceros y a hacer lo necesario por corregir hasta su alcance muchas de las anomalías que reiteramos aquí y que denunciamos valientemente en su momento.


No hay registro histórico en donde el Lic. Andrés Mota no haya respondido una llamada telefónica cuando se ha tratado de la situación de los bateyes (y de muchas otras índoles), y esto sin mencionar su repetitiva voluntad de acercarse a las autoridades consulares en la ciudad de Barahona para unir esfuerzos en aras de la persecución afanosa de soluciones a los problemas de éstos.


Tanto él como Don Virgilio Pérez Bernal mantuvieron una agenda de trabajo constante e irreversible con las autoridades consulares de Haití en Barahona para retomar y fortalecer los esfuerzos iniciados por primera vez se vivió en la historia consular durante la gestión del Rev. P. Edwin Paraison al frente del Consulado de Haití en Barahona.


Me consta de manera responsable que muchas de estas denuncias que en su momento manifestamos de manera responsable, abierta y públicamente, hoy quedan en el recuerdo. Pienso que el CAC está viviendo otra etapa en donde, a pesar de que la transición de una situación de miseria y de sombra a la de bienestar, transparencia y legalidad a favor de los trabajadores migrantes, sobre todo, no se ha dado en forma justa, pero sin duda que la mejoría de la condición de vida de los trabajadores y de su gente forma parte de la agenda de sus ejecutivos y funcionarios directivos.



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